- Editorial Almuzara (ficha de la editorial aquí)
- Publicado en junio, 2017
- Género: novela negra
- Autoconclusivo
- 348 páginas
Un inspector de policía con ataques de ansiedad, un viejo periodista de vuelta de todo y aficionado al Havana 7 con Coca-Cola, una atractiva anticuaria, un centro de masajes tántricos con final feliz… Todo ello se mezcla en una historia sobre la amistad y la condición humana cuando el ex Director General del Banco del Sagrario, relacionado con la iglesia católica, aparece cosido a puñaladas en una pensión de mala muerte en lo que aparenta ser un asesinato ritual.
La corrupción y la vanidad explicarán sólo una parte del crimen en lo que, en realidad, es la historia de un grupo de hombres y mujeres a los que se les pasa la vida, con sus dosis de soledad, amistad, escepticismo, amor… y pasajes de humor impagables.
Una magnífica narración policíaca a través de un retrato social tan minucioso como hilarante. Género criminal en el que se reconoce tanto la huella chandleriana como la de la tradicional novela «enigma», al más puro estilo Agatha Christie, sin olvidar la herencia patria del mejor Montalbán.
Después de decepcionarme con algún que otro libro del género del que se hablaba generalmente maravillas decidí tomarme un descanso de la novela negra porque ya no estaba absolutamente segura de si era responsabilidad de lo mala que era la historia o si estaba saturada y ya no me sorprendía nada. De hecho tengo este ejemplar desde hace tiempo esperando que llegase el momento adecuado para empezarlo y hace unas semanas decidí que ya lo era.
Y digo hace unas semanas porque al principio se me atascó un poco. El aspecto negativo que le veo a esta historia, que luego comentaré, era demasiado reincidente en su primera parte y no le acompañaba el ritmo que sí está presente en su segunda mitad. Dentro de la lógica narrativa, en sus primeros capítulos se nos deben presentar los personajes y el acontecimiento desencadenante, en este caso un asesinato en muy extrañas circunstancias, y esto se hace en este, pero sin que uno ni otro aspecto me encantasen. En primer lugar, nuestro gran protagonista es el típico detective atormentado, algo que ya desde el principio me echa para atrás, y el resto de personajes no dejan de ser prototipos repetidos del género: poli bueno, poli malo, poli tonto y tías buenas; y en segundo, el desarrollo no me enganchó en esta parte. La causa: lo ordinario de muchas de las conversaciones y de algunos personajes en general.
Un diálogo o personaje con un punto pícaro o incluso soez puede añadir diversión a la historia, pero en este caso el garrulismo les sale por todos sus poros, y a mí esto me hace que disfrute menos de una novela por mucho que su premisa, como ocurre en este, sea muy llamativa. Quizá sea algo subjetivo y a otras personas esto no les afecte, pero en mi caso ha jugado en contra.
Lo bueno es que en su segunda parte se recupera de tal manera que este punto negativo que sigue presente hasta el final este más que compensado con un desarrollo de los acontecimientos que, por fin, hace que te enganches. Buen ritmo, giro de trama, mejores diálogos…y algo muy importante en la novela negra: no anticipé el desenlace de la historia. Ha conseguido dejarme con la boca abierta en algunos momentos y no podía parar de leer hasta el punto de que lo terminé en una mañana.
Al final, la mezcla de asesinato con tintes religiosos y especulación, e incluso mafia china incluida concluye como se merece, y por ello sí es una novela que recomiendo, sobre todo si esos elementos que a mí tanto me han molestado no se lo hacen a la otra persona.
Mi valoración: